Tuesday, October 24, 2006

Composición tema: Grand-père & Grand-mère

Tengo a mis 4 abuelos bien diferenciados; casi como en 4 universos, 4 cuadrantes distintos. Nada de mis abuelos paternos (p.) -juntos- por un lado y los maternos (m.) juntos por el otro.

En mi memoria está mi abuelo (p.) dándome a escondidas chocolate Águila, caminando por las veredas de sol de tarde del único barrio en el que vivió lo que duró su vida en Argentina. De contextura pequeña, sonriendo y cumpliendo nosecuantos años casado con mi abuela y nosecuantos años de vida (90? 90 something?).
Cruzando la vereda del recuerdo, esa misma vereda, la tengo a mi abuela (p.); vieja desde que la conozco y amenazando con que ya me falta poco desde que mi vieja la conoce. Con sus manazas y sus pechos de matrona (que jamás heredé), amasando pasta un domingo y pasando las hojas de miles de álbumes de fotos.
Nunca aparecen juntos.
Abuela cumplió 98 años hace menos de un mes, al grito de “hay abuela para rato”.
Abuelo se murió en Octubre del '92. Yo tenía 10 años, y estaba de viaje de estudios en Península Valdés. Sin saberlo, recuerdo que la noche que murió, a esa hora, fue la única noche que lloré.

También está abuelo (m.), que siempre fue mi abue más “light”. Haciéndome cagar de risa con las mismas boludeces, una y otra vez repitiendo el mismo chiste, fumando sus rubios. Y también está, ya enfermo, en el departamento sentado en su mecedora, tapado con una manta y boina hacia la izquierda. Ahí están también su olor a pipa y sus discos de jazz.
Y después claro, mi abuela (m.), que no la dejes encerrada que no lo banca, que se ríe de mis boludeces mientras me dice loca reventada y me cuenta de cuando vivió en África y de lo mucho mucho que sabía mi abuelo.
Tampoco están juntos cuando rebusco en la memoria.
Él se murió en 1989. No recuerdo el mes, no recuerdo exactamente cuando, ni que estaba haciendo ese día. Sí recuerdo cuando mamá me lo dijo, yo sentada en mi mesita de té, o mesita de juegos; sin llorar y sin descifrar lo que acababa de pasar.

Pero es con ella -mi abuela "preferida", la que cuando lo conoció a dear boy le ofreció un whiskey- que tengo la puta mala leche de verla envejecer. No me vengan con que al menos tenés abuela. Las pelotas, que jamás fui demasiado abuelera. Pero no tenía que ser así. No con ella, no con esa puta enfermedad, con el ella está sana, está todo en la cabeza
Ella, que la recuerdo hecha siempre una castañuela, y que ahora reconozco sólo cuando putea y dice, resignada, que está vieja; y cuando me mira y cuando me sonríe. Hoy no se quién es esa persona que me mira con terror y me dice que no puede caminar, que no puede porque tiene miedo. A qué abue? A caerme… Y puteo y lloro y me agarro el pecho, porque sé que esa es una forrada que algún hijo de puta te metió en la cabeza, seguramente para que no jodás. Porque tengo que esconderle las lágrimas a mamá cuando me cuenta que “algo en tu cabeza hace que te pierdas y estés como ausente” porque no quiero que se ponga peor; porque me destroza tener recordarte en vida y porque sé que esto no se va a poner mejor, sino todo lo contrario.

Porque te juro que se muere algo en mí, el día que ya no me reconozcas.